
Post de Salvi Serra sobre la fuerza que ejercen entidades de grupos de «renting» o de «pago por uso» a los talleres independientes
Estamos en un momento como mínimo extraño. Por una parte notamos en los talleres que todo ha subido, y por otro lado, seguimos manteniendo un nivel de ocupación superior a lo que sería normal, en algunos casos muy similar a la época veraniega. Por lo tanto, la cuenta de explotación sigue saliendo bastante aceptable; la compra de recambios en muchos casos crece considerablemente, y nos parece que vamos capeando el temporal.
En aquellos talleres que hayan hecho “los deberes” ajustando su estructura, no permitiendo que se escape el talento, y manteniendo la actividad comercial y de comunicación con sus clientes, este panorama será realista. Pero aquellos que se dejen deslumbrar por las avalanchas de trabajo, el retorno de las listas de espera, y los clientes ansiosos, es posible que no se estén dando cuenta de un tema cuando menos preocupante: la pérdida de clientela.
Perdemos clientes por varias razones: envejecimiento, cambio a vehículos más modernos con nuevas tecnologías, deficiente atención al cliente y falta de comunicación con posibles nuevos consumidores, escasa oferta de nuevos servicios, etc… Pero hay una razón que a la larga puede ser muy peligrosa; el cambio de un cliente particular a otro cliente corporativo.
Están creciendo el renting a particulares, y las diferentes opciones de uso por demanda, alquiler a largo plazo, servicios de uso específico, etc. y todas esas variantes tienen algo en común, son algún tipo de entidad/compañía que contrata y gestiona esos servicios, y en todos los casos eligen, escogen y negocian el mantenimiento y reparación de sus vehículos, y por lo tanto imponen sus precios y condiciones.
El taller independiente tiene muy difícil negociar con estas empresas, y deberá aceptar unas condiciones que serán beneficiosas para la contratadora pero no para el contratado.
Y la consecuencia es que poco a poco el taller irá perdiendo clientes, y no por hacerlo mal, sino porque habrán cambiado las circunstancias y reglas del mercado, y el cliente habrá cambiado su modo de compra, contratación o uso del automóvil.
Y ahí llegamos al título de hoy, que a muchos les recordará el libro “Quien se ha llevado mi queso”, lo que era mi intención.
Si el taller se queda parado, preguntándose por qué se han ido los clientes, si piensa que eran de su propiedad, y no están atentos a los cambios del sector, se encontrarán como el hombrecillo que se quedó sentado, maldiciendo a todos y a todo, preguntándose “quien se llevó el queso”.
Una de las formas de “oler el queso”, buscar nuevos “almacenes de queso”, y en resumen, sobrevivir, es lo que siempre recomiendo, asociarse, unirse, participar en algún proyecto de talleres (independientes o apoyados por marcas o recambistas), porque la unión de los talleres les permite estar al día de lo que pasa, hacer cambios, y cuando llega el momento de hacer una oferta de servicio a empresas o entidades, y negociar unas condiciones dignas, la fuerza de un grupo siempre es más que el individuo solo.
Así pues un consejo para el próximo año es analizar, estudiar y en lo posible plantearse la participación en algún proyecto de ese tipo.
Para que no nos quedemos con menos clientes, y sin saber por qué.
Y espero y deseo que el 2023 sea un buen año para nuestro sector, el taller de reparación de automóviles, nos lo merecemos.
Hasta pronto.