
Nuevo post de Salvi Serra dirigido a gerentes y propietarios de talleres que aspiran a recuperar la actividad
Durante muchos años, uno de los cursos que la gente me decía que resultaba más útil era el de Gestión del Tiempo, que además de algunas herramientas muy sencillas, pero a la vez muy efectivas, se basaba en enseñar a distinguir lo urgente de lo importante.
Pues hoy en día creo que es lo más interesante que podría enseñar a los responsables de taller a diferenciar. Vayamos al diccionario.
Urgente : lo que necesita ser realizado lo antes posible
Importante: lo que es muy conveniente, necesario o interesante.
Y además añado, es importante aquello que trae consecuencias, ya sean buenas o malas.
En la actualidad para los talleres hay algo muy “urgente”, recuperar el nivel de actividad y facturación anterior a la época difícil que atravesamos (pandemia, inflación, guerra de Ucrania), y eso suele significar trabajar tanto o más que antes, con una sensación de “hambre” que se traduce en no dejar escapar ni un solo cliente, incluso cuando eso signifique decir que “si” cuando por lógica deberíamos decir que “no”.
Un taller, al igual que una fábrica, tiene una capacidad de producción específica, y por mucho que queramos hacerlo todo, cuando lleguemos a nuestro límite (instalaciones, recursos humanos) empezaremos a funcionar mal, y es sabido que cuando en un vaso de tamaño caña (normalmente 20 cl.) ponemos un litro de cerveza, se desborda…
Eso pasa en muchos talleres, y ese desborde quiere decir mala atención al cliente (y ojo, entre esos clientes mal atendidos están los clientes fijos que son los que realmente nos dan negocio todo el año), no aprovechar todo el potencial de lo que entra (porque hay que hacerlo todo muy rápido para poder atender a todos), y eso en cuanto a trabajo puro y duro.
Pero un gerente, responsable de taller, propietario, etc., de un taller mediano/pequeño, es además de encargado y muchas veces el mecánico principal, quien tiene que ocuparse de que la empresa funcione a todo nivel, ya sean obligaciones legales, administrativas, fiscales, laborales, etc., y si solamente piensa en atender lo urgente (esos clientes que estacionalmente llenan nuestros talleres) para recuperar lo perdido en estos tiempos pasados, es muy posible que deje de lado cosas importantes porque no hacen tanto “ruido” como un cliente que quiere su coche para ya.
La diferencia es que ese coche puede proporcionarnos una buena factura con su correspondiente margen de beneficio y al momento (urgente), pero siempre será menos que una multa, sanción o amenaza de cierre por no cumplir cosas que no tenían prisa, pero si eran importantes.
Por eso digo que una de las mejores maneras de distinguir lo urgente de lo importante es comparar el “ruido” que ocasiona un tema (urgencia), con las consecuencias (importancia) de no atender o hacer algo.
Mi recomendación es que cuando alguien, normalmente un profesional que si conoce las consecuencias, aconseja hacer lo necesario en cuanto protección de datos o prevención de riesgos laborales, a calcular el punto de equilibrio, o mantener un estándar de calidad para no perder a los clientes que ya tenemos a cambio de facturar mucho (y no necesariamente con mucho margen), es interesante escucharlo, y a veces, hasta hacerle caso.
Es normal querer llegar a todo, que el trabajo que viene al taller se haga lo más rápido posible para poder hacerlo todo y que no se nos escape nada, pero no podemos olvidarnos de seguir haciendo lo importante, pasará el verano y estará ahí lo pendiente.
Y eso si es importante, y puede traer buenas consecuencias.
Seguiremos hablando de estos y otros temas, hasta entonces,
Saludos y Buenas Ventas.